Aproximadamente, tres millones y medio de árboles se han sembrado en el Ecuador como parte de un programa regional de conservación de ecosistemas que se ejecuta desde el 2019 en territorio nacional: se trata de Acción Andina.
Esta iniciativa, que está presente también en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia y Perú, ha restaurado y protegido miles de hectáreas de bosques altoandinos con la siembra de más 12 de millones de árboles.
En nuestro país, las acciones del programa se han centrado especialmente en la conservación de los árboles de Polylepis, un género amenazado por la expansión de la frontera agrícola y por el uso excesivo de esta madera para leña, carbón y postes de cerco.
El Polylepis contribuye con el cuidado de los recursos hídricos y del ecosistema de las montañas andinas, que son el sustento de las comunidades que habitan en estos sectores y que ayudan con agua para las ciudades en las partes bajas.
Además, el programa cultiva especies maderables, frutales y de alto valor ecológico, como el chachacomo, que provee hábitat para aves y otros animales silvestres.
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“En Ecuador trabajamos en seis provincias: Pichincha, Imbabura, Cotopaxi, Napo, Tungurahua y Chimborazo. Trabajamos en tres áreas de protección hídrica, un parque nacional y una hacienda privada”, explica Francisco Tobar, coordinador del proyecto Acción Andina para la Fundación Aves y Conservación.
Esta organización más Andean Adventures, Incana Natural y el Fondo para la Protección del Agua (FONAG) son las entidades que ejecutan el trabajo de conservación del programa en nuestro país, con una participación activa de más de 20 comunidades.
Las comunidades tienen una función fundamental. Al inicio, con la recolección del material vegetal (semillas o esquejes), luego con la producción y mantenimiento de los viveros, y finalmente en la reforestación.
Un ejemplo del impacto comunitario se vive en Mojandita-Curubí, donde funciona uno de los viveros a nivel nacional. “Aquí trabajamos con 11 especies nativas y gracias al apoyo de la comunidad hemos llegado a sembrar hasta 40.000 plantas en un solo día”, señala Tobar.
Esta colaboración también contribuye a la protección de ecosistemas estratégicos, como el sistema lacustre de Mojanda, fuente de agua para varias localidades de Imbabura y Pichincha, incluida la ciudad de Quito.
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Más allá de la restauración ecológica, el programa busca fortalecer la autonomía comunitaria, promoviendo el uso sostenible de los recursos y generando oportunidades económicas con base en la conservación.
La visión para los próximos años es clara: ampliar las áreas de intervención, sumar nuevas comunidades aliadas y seguir promoviendo un modelo de conservación climática liderado desde los territorios.
“Creemos firmemente que el poder para cambiar el planeta está en manos de quienes lo habitan y lo conocen. Nuestra esencia es la restauración comunitaria para un planeta más sano y resiliente”, resalta Constantino Aucca, presidente de Acción Andina.
La meta regional del programa para el 2026 es alcanzar la siembra de 14 millones de árboles de especies nativas, las cuales cumplen funciones críticas en la retención hídrica y captura de carbono.